En el primer capítulo de su primer libro, Winnie-the-Pooh y su amigo humano Christopher Robin jugaron al escenario del alza y declive del industrialismo. Podemos aprender de su historia.
Conforme Winnie-the-Pooh camina a través del bosque, escucha un panal de abejas en la cima de un árbol. Su proceso mental lo lleva de “La única razón de ser de un árbol que yo conozca es producir miel”, a “La única razón para hacer miel es para que “yo” la pueda comer”. Decide saquear el panal.
Su esfuerzo inicial de trepar el árbol es un fracaso rotundo, así que libera la tecnología de globos de helio para tener acceso al panal. Después de proveerle el globo, Christopher Robin colabora en un engaño crudo, para que a las abejas crean que un osito cubierto de lodo realmente se trata de una nube de lluvia.
No es de sorprender que, las abejas, que no se dejaron engañar, reaccionaron a los intentos de explotación de su hogar con una defensa iracunda. Winnie-the-Pooh, que ahora se encontraba en una situación precaria, pero con miedo de soltar el globo, necesita que Christopher Robin le dispare a su globo para que caiga. El primer tiro le pega y lastima a Winnie, pero el segundo desinfla suavemente el globo, lo cual lo regresa a la seguridad del suelo.
Nuestra sociedad amenaza a los no-humanos de la misma forma que Winnie-the-Pooh lo hace con las abejas, en cuanto a que no tiene otro valor o propósito que el de atender nuestros deseos. Los explotamos, sus hogares y creaciones sin una relación de beneficio mutuo. Usamos los combustibles fósiles para invadir instancias previamente inalcanzables y profundidades incognoscibles, despedazando y tomando todo lo que podamos.
Como Winnie y Christopher actuaron en tándem para el atraco, algunos de nosotros desvergonzadamente construimos y mantenemos la energía, minería, manufactura, transporte, finanzas, telecomunicaciones y tecnologías administrativas y de información. Como la “pequeña nube gris”, algunos de nosotros nos enmascaramos de color “verde” con los biocombustibles, paneles solares y etiquetas ecoamigables, mientras otros continúan con su engaño absurdo. Todos vivimos con la esperanza de que la naturaleza no nos alcanzará con nuestras máquinas verdes mientras arrancamos las materias primas para nuestros lujos.
Vivimos con la consciencia incómoda de como nuestra relación unilateral con la naturaleza nos ha puesto en una situación peligrosa, pero somos incapaces de dejarla ir. Los combustibles fósiles nos ponen en peligro, sí… ¡pero la promesa de más bienes es irresistible! Y como Winnie-the-Pooh, hemos desarrollado una dependencia con nuestra tecnología. Parece que la caída sería demasiado dura para soltarnos, así que no podemos dejar atrás nuestros miedos a corto plazo para los beneficios a largo plazo.
Necesitamos que un Christopher Robin haga lo que nosotros no podemos o no queremos hacer, poner un alto a los combustibles fósiles que alimentan el industrialismo al que nos aferramos.
Como las abejas, que aumentan su enojo con Winnie-the-Pooh, la tierra reacciona a nuestra transgresión con mayor severidad, incendios, sequías, tormentas e inundaciones que aumentan su potencia y frecuencia. Pero a diferencia de Winnie, que no contaminó el piso con vidrios rotos y escombros filosos de metal, hemos garantizado un descenso doloroso. La actividad industrial ha envenado el agua, tierra y aire, desestabilizado el clima, erosionado el mantillo, construido represas en ríos y talado los bosques que necesitamos para sobrevivir, y continúa haciéndolo a tasas aceleradas. Y mientras que Winnie sólo se puso en peligro a sí mismo, nosotros hemos puesto en riesgo a los no-humanos, individuos, poblaciones locales y especies enteras, a quienes les debemos nuestras obligaciones y de quienes dependemos.
Necesitamos de un Christopher Robin que se atreva a disparar lo más pronto posible. Con suerte, no será demasiado tarde para que tengamos un descenso suave con tácticas relativamente graduales de desobediencia civil y ecosabotaje en lugar de militares. Aun así, no podemos esperar hasta que logremos la puntería perfecta sin riesgos para nosotros. Incluso conforme hacemos que la tierra sea menos habitable, agregamos una cantidad neta de 227,000 humanos cada día. Mientras más dure nuestro experimento de locos , habrá más posibilidad de que terminemos con una muerte masiva de humanos y no-humanos.
¿Cuál será tu rol en esta historia? ¿Apoyarás la máscara ridícula del industrialismo verde, para obtener la recompensa de miel robada? ¿Reconocerás los peligros y aun así te aferrarás desamparadamente aguardando el destino? ¿O tomarás la oportunidad de devolver nuestra sociedad a la tierra, ayudarás a frenar los combustibles fósiles?
Agradecemos a la Jefa Caleen Sisk de los Winnemum Wintu por señalar el paralelo entre Winnie-the-Pooh y nuestra cultura industrial en su presentación de panel de Earth At Risk.