No a los Combustibles Fósiles

Reseña del libro: Un Amigo de la Tierra de T.C. Boyle

A Friend of the Earth book cover

La lectura del libro Un Amigo de la Tierra de T.C. Boyle puede ser divertida para abrazadores de árboles y saboteadores de madererías. En la narrativa que divide a un mundo en el 2025 abatido por el clima y la vida de un ecosaboteador de 1990, el pesimismo ambientalista embiste contra el sistema con justicia. Aquellos que apoyan movimientos como Deep Green Resistance, Earth First!, el Frente de Liberación de la Tierra o No a los Combustibles Fósiles se les recordará que la lucha contra el caos climático y extinciones masivas puede librarse indirectamente (y con seguridad) dentro de un movimiento clandestino con tácticas ilegales contra un sistema incapaz de una transformación interna.

Lo fastidioso

El libro se queda corto en cuanto al potencial necesario para el impacto requerido, reflejando las limitaciones reales de la cultura temprana (y actual) del ecosabotaje: la misoginia y una falta de estrategia. Esto es entendible ya que el libro se publicó en el 2000, antes de que se denunciara a la cultura de violación de activistas y a la violencia masculina y antes de que los análisis serios de cómo detener la economía industrial estuvieran fácilmente disponibles. Si el lector puede aceptar estas limitaciones históricas, probablemente disfrutará el libro por su narrativa.

Para superar estas inconveniencias, discutamos los efectos negativos primero. El protagonista, Ty Tierwater, tiene 40 y 75 años en las narrativas simultáneas del libro. En ambas edades cosifica severamente a las mujeres, al igual que el resto de los personajes varones, mientras permanece obsesionado con el sexo. Tal vez la intención haya sido causar ternura por tratarse de un hombre de 75 años de edad, pero en realidad es ofensivo, aburrido y es un distractor en ambos períodos. Ty hace referencia en muchas (muchas) ocasiones a los senos grandes (y raramente también sus manos) de Andrea, pero al menos la personalidad de Andrea tiene iniciativa y alguna profundidad. Ninguna de los personajes secundarios es plenamente convincente como personas reales, pero Andrea es la más realista. Su hija permanece sin desarrollar su personaje, pero afortunadamente está sujeta a una menor cosificación sexual que la mayoría de los personajes femeninos.

A la edad de 40 e incluso 75, Ty mantiene la madurez emocional de una persona de la mitad de su edad, es impulsivo, imprudente, alcohólico, busca pleitos, se autocompadece, celoso, distraído con venganzas mezquinas, un auténtico caso de estudio de alguien que no quisiseras tener en tu grupo clandestino. Presumiblemente interpreta el papel de un antihéroe, pero su misoginia innecesaria que se sobrepone a todas sus acciones lo marginaliza de poder ser una persona simpática. (O quizás vaya más allá del margen; me resulta fácil a mí, como hombre, encontrar que sus actitudes denigrantes a las mujeres son fastidiosas, pero habrá quien entendiblemente abandone el libro por completo por esta sola razón.)

A través de toda la lectura, Un Amigo de la Tierra sufre de un nihilismo generalizado. Las lluvias torrenciales con las que arranca la historia darán paso inevatiable a un calor agotador y sequías, advirtiéndonos desde el principio que los esfuerzos de los activistas de 1990 para salvar al mundo, fueron un rotundo fracaso. Debido a la falta de una estrategia, su fracaso es consecuente, pero Ty y el libro en su totalidad se deleitan en la desesperanza, el martirio, y los insultos juveniles en lugar de adoptar una postura adulta para resulver un problema masivo (el cual son capaces de reconocer). Incluso la motivación de Ty por proteger la tierra carece de pasión, “sólo porque sí”, en lugar de manifestar el amor que un ser humano puede experimentar por las interacciones que vive con los miembros de la comunidad no-humana. El libro relata el fracaso de los humanos contra la naturaleza cuando se alejan del rol de subyugador, lo cual perjudica la credibilidad del trabajo de Ty.

Resulta comprensible que los activistas se resignen al fracaso por el desgaste ocasionado de una estrategia sin éxito, pero Boyle pudo haber elegido un tema emocional diferente. El libro hace referencias tempranas a un lucha renovada por los activistas mayores que cuentan con más sabiduría en la historia situada en el 2025, cuando Andrea proclama “Earth Forever! va a volar de nuevo, de una forma grandiosa” Pero Boyle abandona este punto de la trama, en su lugar permite que el libro divague en la desolación mientras el mundo colapsa. Estos acontecimientos ficticios pueden describir de forma realista a muchos que en algún momento fueron activistas, pero no logra proyectar una historia satisfactoria. Con mayor condenación, desmoraliza a sus lectores en lugar de inspirarlos, incluyendo a los activistas potenciales necesarias para desviar el curzo que Boyle claramente reconoce en rumbo a la catástrofe. Con el mundo entero en apuros, las licencias narrativas usadas con tal perversidad muestran la irresponsabilidad de Boyle.

Lo destacable

La trama es ágil y mantiene al lector absorto. La narración irascible de Ty, aunque a veces exagerada, generalmente describe un retrato convincente de un hombres imperfecto en su mejor esfuerzo por proteger a los animales que (sea de forma abstracta) ama.

El libro destaca por su presentación de los fracasos reales y poco halagadores del movimiento ambientalista. Una acción directa no violenta temprana ilustra la futilidad de dichas tácticas en la ausencia de cobertura mediática. El daño físico de los manifestantes, desprotegidos por la ausencia de testigos vigilando el sadismo de los agentes de estado resulta aterradoramente precisa. En la secuela, Ty y sus camaradas escalan en la lucha adoptando tácticas obtenidas directamente de Ecodefense: A Field Guide to Monkeywrenching (Ecodenfsa: Una guía de campo para el ecosabotaje). (Esta escalada táctica se adecua al movimiento ambientalista en su totalidad, pero ya que el estado reconocía a Ty y los compañeros arrestados por conformar un movimiento ambientalista clandestino, la adopción de acciones clandestinas violaba seriamente el cortafuegos entre el movimiento de activistas expuestos y clandestinos. Esta violación al código de seguridad es un error demasiado común entre actvistas de la vida, incluso hoy en día.)

Ty tiene algunos éxitos con su campaña de ecosabotaje, causando estragos en muchas maquinarias de destrucción de la Tierra. Pero, como con la mayoría de los los activistas clandestinos de la vida real de las últimas décadas, elige objetivos menores. Las batallas locales se pueden ganar de forma temporal, pero la economía industrial mayor procede sin ninguna reserva y por lo tanto queda perdida la guerra mayor. Ty es un ejemplo de la crítica de Lierre Keith a la forma de actuar como vándalo en lugar de un general de campo y la experiencia legada por el ecosaboteador arrestado en 1990, Michael Carter: “Teníamos unas ideas vagas de las tácticas pero ningún manual, ninguna teoría concreta. […] teníamos poca estrategia y actuamos de forma irreflexiva. Si en su lugar hubiéramos robado un banco, hubieramos tenido alguna oportunidad” (La entrevista con Michael Carter nos brinda una reflexión fascinante de como fracasa el ecosabotaje.)

Ty y sus camaradas forman parte de Earth Forever!, una figuración literaria de Earth First! y las grandes ONG ambientalistas. Boyle hace una gran labor capturando la tensión entre la oposición directa a la destrucción de la tierra através de acciones ilegales de pequeña escala Boyle contra la recaudación de donadociones e influencias políticas al trabajar dentro del marco del sistema. (Resulta fácil ser más cínicos hoy en día, pero en 1990 no era obvio que la postura de suplica obediente para lograr unas reformas minúsculas con el motivo de ser bienportados, no es ninguna esperanza para cambiar la trayectoria del sistema.)

Debido a que, como en la vida real, ni Ty ni Earth Forever! actuaron para cambiar materialmente la economía industral, terminan adoptando un papel trillado donde los esfuerzos de Ty juegan al papel de Dios decidiendo que especies viven y cuales mueren. Como en el diluvio bíblico y el aumento de las aguas, el lector queda cabilando si tendrán éxito con aquellos animales que se les considera dignos de salvar o quizás pierda el interés alzando los hombros con un “ya ni modo”.

El veredicto

Si puedes circunscribir la misoginia, Un Amigo de la Tierra, vale la pena como lectura. Toma en cuenta de que a menos que tu actitud celebre la condena de la biósfera, no encontrarás satisfacción ni consumación. Es posible que se relate una gran historia de ecosaboteadores que derriban el sitema eléctrico, frenen la destrucción industrial y demuestren ser auténticos amigos de la Tierra. Hasta entonces puedes disfrutar del trabajo de T.C. Boyle como es.


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