Los “Activistas que Cierran Válvulas de Flujo”, cinco hombres y mujeres de edades entre 50 a 64 años, coordinaron en octubre de 2016 un esfuerzo por cerrar los cinco oleoductos principales que transportan crudo de las arenas bituminosas de Alberta a los Estados Unidos. En orden de sucesión, Emily Johnston, Annette Klapstein, Michael Foster, Leonard Higgins cerraron las válvulas de flujo 4 y 67 de Enbridge, Keystone de TransCanada, Spectra Energy’s Express y el oleoducto TransMountain de Kinder-Morgan, a la brevedad Ken Ward avisó por vía telefónica a las respectivas compañías. Luego aguardaron en los sitios esperando su arresto, sometiéndose a meses de juzgado e incluso tiempo de cárcel.
La acción fue muy sencilla. El grupo identificó la localización de las válvulas de flujo, los puntos donde se podía afectar el flujo de petróleo de los oleoductos enterrados a una profundidad inaccesible. (En algunos casos, estos sitios exponen su tuberías. Ruby y Jessica aprovecharon estos sitios para sabotear el oleoducto Dakota Access) Los sitios donde se encuentran las válvulas de flujo se encuentran por lo general custodiados por poco más que una reja. Para acceder a las válvulas que cierran el flujo, cada activista cortó un candado para traspasar la reja y colocó un candado en la válvula de flujo después de cerrar el paso de petróleo. Después de unos minutos de labor manual, cada accionista logró detener cerca de 30 barriles de petróleo cada segundo. (Higgins logró facilitar su trabajo porque sólo tuvo que accionar un interruptor eléctrico, pasándolo del modo “remoto” al “local, lo cual ocasionó que el sistema hidráulico cerrara el flujo.)
Lo más difícil fue hacer acopio de fuerzas para realizar los actos de felonía y enfrentar sus consecuencias.
Los activistas que cierran válvulas de flujo habían aceptado la realidad de que jamás los políticos actuarían para salvarnos, declarando en su sitio de internet que “lo que se necesita es un movimiento fuerte y sabemos que traer ese movimiento a la vida y darle poder requiere de acciones viscerales y vigorizantes de consciencia que encarnen el cambio que buscamos”. Planearon sus acciones específicamente para ese fin, para alzar consciencia de nuestra situación desesperada e inspirar las acciones que urgentemente necesitamos.
Otros activistas ya habían cerrado válvulas de flujo en cuatro ocasiones diferentes: dos de forma pública (en Quebec y Ontario) y dos clandestinamente. Aunque las acciones previas habían recibido cierto grado de cobertura como táctica exitosa, los activistas que cierran válvulas de flujo actuaron con la esperanza de que una acción con mayor alcance y coordinación lograría captara mayor atención. Tenían la esperanza de que sus acciones obligaran a los medios de comunicación, e incluso a los candidatos presidenciales, Clinton y Trump, a discutir públicamente el cambio climático a escala nacional. Deseaban elevar el interés de todos los participantes del movimiento por el cambio climático para que demostraran su deber moral de actuar “aunque no haya certeza de detener los daños del cambio climático”.
Bajo esta mentalidad, la acción no tenía intenciones de causar gran impacto material. No está claro cuales eran las acciones tangibles que deseaban inspirar a que otros realizaran, pero se expresaron dentro de los límites de una estrategia de desgaste: “Demostramos que se PUEDE y DEBE hacer, una y otra y otra vez, hasta que las compañías de combustibles fósiles capten el mensaje que ya no van a generar ganancias a través de la destrucción del planeta del cual depende nuestra supervivencia”.
Esperaban tener la oportunidad de presentar al menos una “necesidad de defensa” en el tribunal, “pararse sin miedo ante un jurado integrado por nuestros pares y explicar en lenguaje convincente la catástrofe frente a nosotros y la necesidad de actuar”. Querían “dejar un ejemplo de fortaleza y responsabilidad personal que creemos es crucial para ganar esta lucha, y despertar el coraje de otros al dejar un precedente legal de clemencia por las acciones directas en contra del cambio climático”.
También buscaron la remota posibilidad de que el Presidente Obama aprovechara la oportunidad para declarar un estado de emergencia climático manteniendo la clausura de las válvulas de flujo de las arenas bituminosas.
Se puede dividir su trabajo en dos fases: primero en el cierre de las válvulas. Segundo, la exposición en medios de comunicación y juicios en el tribunal con el propósito de elevar consciencia e inspirar a otros.
En la primera fase, el grupo gastó alrededor de cinco meses y cerca de catorce mil dólares en planeación y ejecución de sus acciones. Entre los cinco activistas más su equipo de apoyo, quizás invirtieron 35 personas mes.
En la segunda fase, incurrieron en “gastos mayores” costeando multas, honorarios de abogados y viáticos para asisitir a las audiencias ante el tribunal. Su Fondo de Defensa Legal estimó que se necesitarían cerca de $50,000 para cubrir los honorarios legales y costos de peritaje, aunque el Centro de Defensa de las Libertades Civiles (Civil Liberties Defense Center) otorgó defensa sin remuneración y ningún perito testificó, por lo que quizás el costo final fue menor.
Los activistas y equipo de apoyo fueron arrestados y, junto con los defensores legales y simpatizantes, dedicaron una cantidad significativa de su tiempo a viajar a las comparecencias ante el juzgado.
Michael Foster recibió una sentencia a un año en prisión y Ken Ward 30 días de servicio comunitario. El resto del grupo recibió encarcelamiento diferido (aumentando el riesgo de penalidad si participaban en más muestras de desobediencia civil) o ningún tiempo de cárcel.
Aunque las acciones no tenían la intención de causar un impacto material, sí lograron frenar el flujo del oleoducto equivalente a 767,000 barriles 1, casi 7.5% de la importación diaria de los E.E.U.U. y 3.75% del consumo. (Probablemente, un suministro de petróleo de repuesto se movió en el mercado vía ferrocarril a un costo mayor.) Aunque la lucha contra el Oleoducto de Dakota Access difirió en muchos aspectos, resulta interesante comparar los retornos en inversión:
Retorno de inversión: barriles de petróleo detenidos por persona por mes y barriles detenidos por dólar
Mantén el cursor encima de los títulos subrayados para obtener explicaciones
Quien | Objetivo | Táctica | Barriles detenidos | Persona mes | BD/p-m | Dinero | BD/$ |
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Activistas que cierran válvulas de flujo | Oleoductos de arenas bituminosas | Desobediencia Civil | 0.75 millones | ~35 | 21,400 | $12-$14,000 | 58 |
#NoDAPL | Oleoducto DAPL | Desobediencia Civil | 45 millones | > 15,000 | < 3000 | > $20 millones | < 2.25 |
Ruby y Jessica | DAPL | Ecosabotaje | 30 millones | 10 | 3,000,000 | ~$3000 | 10,000 |
Lee nuestra comparación de estas campañas: Activismo de Oleodcutos y Principios de Estrategia
Estas cifras aproximadas sugieren que los activistas que cierran válvulas de flujo fueron cinco veces más eficientes con respecto al tiempo invertido y quince veces más eficientes por dólar gastado. Esto es congruente ya que los activistas que cierran válvulas tomaron la iniciativa y sorpresa.
Aunque los activistas que cierran válvulas de flujo tuvieron menos del 1% de efectividad que Ruby y Jessica, estuvieron más cerca de causar un impacto material si ese hubiera sido su objetivo. Pudieron haber aprovechado su conocimiento del sistema para cerrar válvulas a través del oleoducto por un periodo de varios meses, e incluso haber inhabilitado permanentemente distintas secciones del oleoducto después de cerrar el flujo. De haber desaparecido antes de que llegara la policía, hubieran tenido la libertad para ejecutar acciones de sabotaje tipo ataques relámpago una y otra vez, aumentando por mucho su retorno en inversión.
Sin embargo, los activistas que cierras válvulas de flujo no buscaban maximizar la interrupción del oleoducto. Su objetivo principal era promover el discruso y ser el punto de inicio para que otras personas entraran en acción.
El grupo recibió gran cobertura mediática, en su mayor parte de sitios y medios progresistas y de izquierda, incluyendo noticieros como The Nation, Democracy Now, y The Intercept. Lograron alguna cobertura por parte de la agencia Associated Press y Reuters y Bill McKibben escribió un artículo de opinión para el L.A. Times. Desafortunadamente, no parece que el total de cobertura haya entrado en el ciclo de las noticias nacionales de la forma que ellos esperaban, ni Clinton ni Trump se vieron obligados a discutir sobre el cambio climático. Como era de esperarse, el Presidente Obama no ordenó que las válvulas de flujo permanecieran cerradas, pero la acción puede haber influenciado su rechazo al Keystone XL.
Quizás falta más tiempo de gestación, pero a finales del 2018 aún no sabemos de ningun activista que haya sido inspirado a concretar acciones gracias a los activistas que cierran válvulas de flujo. No ha emergido ninguna campaña para obligar la clausura de los oleoductos a través de acciones directas como el cierre reiterado de válvulas de flujo de oleoductos.
Ninguno de los acusados fue capaz de presentar una necesidad de defensa.
En última instancia, la única medida de efectividad por la que las generaciones futuras nos juzgarán es qué tan rápido podemos frenar la quema de combustibles fósiles. Alzar la conciencia puede contribuir indirectamente, pero hasta ahora, la segunda fase del plan de los activistas que cierran válvulas de flujo no ha sucedido con ningún éxito a diferencia de los logros materiales de la acción misma. Pero han logrado presentar al público una táctica sencilla pero efectiva; sus esfuerzos pueden terminar siendo útiles si hay una resistencia material coordinada de mayor escala.
La matriz CARVER para la selección de objetivos considera el efecto potencial no deseado de la acción. Las compañías de oleoductos acusaron a los activistas que cierran válvulas de flujo de tomar el riesgo de generar rupturas en los oleoductos. Sin embargo, sin sorpresa, las corporaciones mintieron. Para minimizar riesgos, los accionistas eligieron válvulas alejadas de poblaciones y al menos a 15 km de las estaciones de bombeo. Además, llamaron a los operadores con quince minutos de anticipación para que pudieran iniciar procedimientos de cierre con seguridad.
Estas acciones, al igual que las de Standing Rock, han dado un pretexto a los estados para criminalizar la protesta ambientalista. Por supuesto, dichas leyes producen el efecto paradójico que corporaciones y simpatizantes con el gobierno no quieren. Los activistas enfrentarán un castigo severo por acciones simbólicas de desobediencia civil en contraste a un riesgo mínimo de captura y castigo por ecosabotaje y pueden en su lugar preferir las acciones materiales efectivas.
Como muchos, los activistas que cierran válvulas de flujo, lucharon con ideas conflictivas desesperanzadoras: se necesita un movimiento masivo, pero es extremadamente improbable. La ruta más clara para resolver esta tensión radica en aceptar la diminuta posibilidad de un movimiento masivo por el cambio radical necesario; luego idear una estrategia adecuada a esa realidad. Los últimos dos párrafos de la Estrategia de Acción del grupo capturan el dilema ausente en dicha resolución:
Si logramos convencer a un jurado constituido por ciudadanos elegidos al azar, que acepte que bajo la situación desesperada del cambio climático, clausurar un oleoducto es excusable, será una vindicación para la verdad con transparencia y compasión de lo terrible que es la situación, en conjunción a un compromiso personal que lo respalde, es una estrategia ganadora.
Pero si somos declarados culpables, los activistas que cierran válvulas de flujo serán un poderoso ejemplo de la fortaleza moral requerida para enfrentar este reto.
De esta forma, expresan pesimismo y derrotismo, esperando el fracaso, pero consolándose en la pureza espiritual. De cualquier forma, una vez que los activistas renuncian a la esperanza de que se formará un movimiento masivo, se pueden concentrar en las acciones efectivas y en reclutar más activistas serios para amasar números. Los accionistas que cierran válvulas de flujo tomaron riesgos, aunque no lograron ni impacto material significativo ni el impacto simbólico que deseaban, sí lograron difundir conocimiento de una táctica sencilla y efectiva. Ya que cerrar válvulas de flujo puede frenar la operación de infraestructura, un número pequeño de personas puede imposibilitar la continuación de los negocios y actividades habituales e incluso detonar un fallo en cascada.
El éxito es la herramienta de reclutamiento más efectiva. Una campaña prolongada que logre en repetidas ocasiones frenar los flujos de petróleo no ganará el apoyo de activistas pasivos, pero accionará la motivación de quienes quieran lograr acciones efectivas. Emplear tácticas para lograr el máximo impacto material formará un movimiento más pequeño, pero más fuerte. En ese momento podremos hacer el cambio del derrotismo al optimismo.
De acuerdo a el Climate Direct Action, durante el sabotaje del oleoducto TransMountain por Ken Ward no había ningún flujo activo de petróleo. Los otros oleoductos tienen una capacidad máxima de 792,000 bpd (cada uno Líneas 4 y 67 de Enbridge), 280,000 bpd (Spectra Energy Express), y 590,000 bpd (TransCanada Keystone), por un gran total de 2,454,000 bpd o 102,250 barriles a hora. Eso si asumimos que todos los flujos se detuvieron durante el mismo periodo de siete u ocho horas, por lo que 7.5 * 102,250 = 766,875 barriles. Algunas informes aseguran que se frenó el 15% de las importaciones diarias a los E.E.U.U., lo cual equivalía a 1.5 millones de barriles, pero la determinación de esta cifra no se describe. ↩︎